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Violencia mediática

Fecha: 26 de abril de 2020
Publicado en: La estrella de Panamá
Autoría:  Haydée Méndez llueca

 

Algunos tipos de violencia no son tan evidentes; van evolucionando con la sociedad y las mismas mujeres ignoran que las sufren, aunque sus efectos son una realidad.

Los tipos de violencia contra las mujeres más conocidos son la violencia doméstica y la violencia sexual, aunque hay muchos otros tipos de violencia. Hay otras violencias poco conocidas, otras que van evolucionando con la sociedad y aún otras que las mismas mujeres ignoran que las sufren, aunque sus efectos son una realidad. Una de estas es la violencia mediática, que es aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación o publicidad, que: (1) Promueve, en forma directa o indirecta, la explotación de mujeres o sus imágenes; injurie, difame, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, así como la utilización de mujeres en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o que construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres y (2) Publica o difunde discursos de odio, mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación o publicidad, que directa o indirectamente utilice mujeres o personas vulnerables como objeto de burla, vejamen o degradación, lacere o menoscabe su imagen, promociona o enfoca el tema de la discapacidad, racismo, diversidad o cualquier otro tema discriminatorio contra estas personas en los medios de comunicación social, en la publicidad o en cualquier lugar público.

Los medios de comunicación masiva y las redes sociales son agentes importantes de socialización y de construcción de imaginarios. Se caracterizan por la masividad de sus receptores o audiencias: internet, televisión, cine y los impresos: diarios, periódicos, folletos, revistas, volantes y panfletos, radiofónicos y audiovisuales. La audiencia es colectiva, heterogénea, de diferentes orígenes, gustos, intereses, edades y sexo, y clases sociales. No permiten la interacción; son canales o instrumentos que transmiten un mensaje para que sea recibido por una enorme cantidad de personas.

“La libertad de expresión no es libertad para humillar ni denigrar ni exhibir pornografía a niños y niñas, adolescentes; promover la dominación sobre la mujer, humillar a las personas con discapacidad, emitir discursos de odio que generan violencia individual o colectiva, ni fomentar la trata de personas y la prostitución”

En esta emergencia nacional, los medios de comunicación han tenido y siguen teniendo un papel importante en la divulgación de información sobre el Covid-19 y cómo prevenirlo, tal como corresponde, porque los medios de comunicación masivos pueden tener efectos positivos y contribuir al desarrollo, educación, cultura y socialización de sus receptores y revolucionar nuestras vidas, acelerando los procesos sociales y comunicativos (López, Griselda, 2017).

Sin embargo, muchas veces los medios de comunicación se utilizan como un instrumento que ejerce violencia contra la mujer y otros grupos vulnerables, pensando que así aumentarán los consumidores, en el caso de la publicidad sexista, o la compra de periódicos, el rating en la televisión o los seguidores en las redes sociales. Curiosamente, esto pasa totalmente inadvertido para el receptor, aunque sí tiene un efecto directo sobre sus actitudes, opiniones y conducta, ya que una gran parte de la conducta humana es aprendida. La forma en que las personas se comunican revela el nivel cultural de una sociedad. En las mentes que se están formando, el consumo de este material puede generar mucha confusión. En Panamá, la violencia mediática genera un problema con las imágenes sexistas que aparecen en los tabloides, ya sea en las contraportadas o en los anuncios clasificados que ofrecen servicios sexuales, fomentan la prostitución y la trata de personas. La violencia simbólica que aparece en la publicidad comercial y las imágenes humillantes de las víctimas de feminicidio y violencia doméstica, construyen imaginarios colectivos sexistas que parecen justificar el feminicidio.

La televisión modela la construcción de la realidad que tiene el público, y es tanto o más persuasiva y poderosa que otros medios. Los grandes consumidores de televisión perciben el mundo de forma diferente. Los contenidos y personajes presentados en la televisión se convierten en modelos con los que se identifican las personas y los tienden a imitar; con esto evaden su propia realidad. La baja calidad de los programas de televisión en Panamá, es otro problema que debemos afrontar.

Los adolescentes están desarrollando sus propios roles de género, actitudes, y comportamientos sexuales, por lo que son un grupo particularmente vulnerable, más aún si se considera que sus habilidades cognitivas están inmaduras y es difícil para ellos analizar críticamente lo que se les presenta por los medios. Se ha visto al respecto que los adolescentes que más los consumen son más propensos a aceptar estereotipos de género y a ser víctimas de la trata. Las niñas buscan activamente este tipo de contenido para entender las “reglas, rituales y habilidades” del sexo y el romance. Los medios les enseñan cómo deben verse para gustar a los hombres. Se ha encontrado que las jóvenes con mayor número de parejas sexuales e historial de enfermedades de transmisión sexual ven más programas en que las mujeres son tratadas como objetos sexuales.

En un esfuerzo por acabar con este flagelo, el Art. 30 de la Ley 82 de 2013 había establecido que el Ministerio de Gobierno tenía la facultad de multar a los medios de comunicación que incurrieran en discriminación o violencia contra las mujeres, determinando el monto de la multa en proporción a la gravedad de la falta. Durante el gobierno del expresidente Juan Carlos Varela, el ministro de Gobierno Milton Henríquez, en respuesta a la presión de los dueños de medios, presentó la Ley 43 de 2017 que derogó este artículo en violación de los derechos de la mujer. También modificó el artículo 58 de la Ley 42 de 1999, “Por la cual se establece la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad”, que protegía a estas personas de ser objeto de burla, vejamen o degradación. Estas modificaciones a la ley constituyeron un retroceso que perjudica a las mujeres, a las personas con discapacidad y otros grupos vulnerables. En lugar de multas a los medios, la modificación a la Ley 82 estableció la asistencia legal gratuita para las víctimas, lo que en la práctica resulta inoperante.

La justificación que se dio para las mencionadas modificaciones fue que sancionar la violencia mediática era un tipo de censura y violaba la libertad de expresión. Por el contrario, la libertad de expresión se define como el derecho a exponer las ideas y supone que todos los seres humanos tienen derecho a expresarse sin ser hostigados debido a lo que opinan. Se refiere a opiniones sobre política, religión, o cualquier otro tema que se debata públicamente. La libertad de expresión no es libertad para humillar ni denigrar ni exhibir pornografía a niños y niñas, adolescentes; promover la dominación sobre la mujer, humillar a las personas con discapacidad, emitir discursos de odio que generan violencia individual o colectiva, ni fomentar la trata de personas y la prostitución. Es deber del medio de comunicación y sus comunicadores informar y educar de manera que se aporte al mejoramiento y evolución de la sociedad. Las imágenes pornográficas expuestas en los medios de comunicación no pueden ser consideradas como libertad de expresión ni libertad de prensa. Los titulares engañosos, sin relación con la noticia que titulan, así como utilizar cualquier medio de difusión para discursos de odio contra un grupo de la población o expresiones xenofóbicas, misóginas, homofóbicas o publicidad sexista para promocionar un producto o servicio, constituyen violencia mediática.

La publicidad sexista invade nuestras redes, nuestras casas, nuestro entorno y, sobre todo, nuestras mentes. También intenta que infravaloremos a un colectivo determinado de personas. A pesar de las protestas de las organizaciones de mujeres y de lo establecido en la Constitución Política e innumerables instrumentos legales, en Panamá la violencia mediática contra las mujeres sigue presentándose en los medios de comunicación. Los periódicos y la televisión se cuidan de sacar imágenes de víctimas menores de edad, niños y niñas; cuando presentan imágenes sacan sus caras borrosas o los enfocan de espalda. Queremos que los medios apliquen también esta regla en el caso de las mujeres víctimas de feminicidio y las sobrevivientes de las distintas formas de violencia de género.
 

Noticia original y completa en: 

https://www.laestrella.com.pa/nacional/200426/violencia-mediatica

 

Fecha publicación
Tipo de noticia
Noticias internacionales